jueves, 16 de agosto de 2018

Día alegres en Clichy. Más o menos éste es el título de una novela corta de Henry Miller. Lo único que recuerdo es una escena en que Henry cuenta cómo se limpia el culo y se come el papel higiénico. En un tiempo leí bastante a Henry Miller. Me cansaba un tanto su afán de justificarse aludiendo, con largas peroratas, a propuestas místicas sacadas de acá y de allá, orientalismos pasados por papel higiénico occidental. Me acuerdo de un viaje en tren. Cadiz-Madrid. Viajé sentado enfrente de una alemana que leía un libro. Yo leía otro libro. El mismo libro los dos. Sexus, de Henry Miller. Ella en alemán y yo en español. A mitad de camino era su destino. Me invitó a bajar e ir a su casa con ella.

Pero aquí ahora son días de tedio en La Maldad. Doña Sonrisa ya no baja a llamarme a la puerta, o por la ventana. Pensaba convencerla para que posara para un cuadro. La idea no le parece mal. Pero no quiere entrar, cuando baja y me llama, por lo que dirán los vecinos. Nada bueno dirán. Lo sé.


Hoy esperaba llamada de Marcelino por si iba solo iba con él a La Gomera. No me viene mal un cambio de aires. Pero me parece que no va a ir solo, con una furgoneta cargada de materiales para arreglar su casa de Agulo.

Discusión en fb entre dos amigas. Sobre si el poeta debe vender o no su poesía. Don Quijote en uno de sus discursos dijo que la poesía no se vende, salvo... bueno, mejor es citar el libro:

... pero esta tal doncella (la Poesía) no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar, la volverá en oro purísimo de inestimable precio: hala de tener, el que la tuviere, a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en comedias alegres o artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante ...

Esto dijo quien se alegraba de que el libro de sus aventuras estuviera corriendo por calles, esquinas, plazas y rincones de palacios. No me extrañaría que actuase en la cabeza de don Quijote la inquina que su autor, un poeta fracasado, le tenía a Lope de Vega, un poeta exitoso. 

Viene el vecino. Le pido papelillo y viene. Lo cojo de modelo.
--No metas en tu casa a esa mujer, que le falta un agua y te puede traer problemas.
Así que lo cojo a él de modelo. Por lo pronto carboncillo.

Me enseña fotos que le mandan los amigos. Un desfile de modelos esplendorosas. Y otras que tienen más interés (fotográfico). Fotos antiguas de Santa Cruz. Hay una del castillo de San Andrés, derruido, cuando aquello era un descampado. Y otra en la que salen Sombrita y Legrá, entre otros. Una de la calle El Castillo, llena de gente, que es un cuento...

Y creo que estamos a jueves. A ver cómo estoy el viernes.


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