lunes, 13 de agosto de 2018

--Ñas, hermano, ¿y ese bigote? --Perro el loco en el carrito mientras yo paso después de hablar con Miguel. (Algún día hablaré del carrito de Vicenta. El bar de Ibrahim y el kiosco de Vicenta, con su huerta al lado, detrás, que cuida Miguel, son el polo este y el polo oeste de mi calle.)
--Para asustar a los niños --miento.
El jodido bigote, como el de un bisabuelo mío, que me extraña hasta a mí, tiene que ver con Nietzche, el célebre filósofo alemán. Algo que leí de este hombre. Algo así como que la máscara es mejor que la persona, y que la persona lo mejor que puede hacer es cuidar su máscara. O sea, hacerse una máscara que lo embellezca, o que le oculte las fealdades. Por eso Nietzche, y yo ahora, se dejó crecer el bigote. Qué oculta el bigote. En mi caso los dientes rotos. El triste complejo de mellado. A don Quijote también le faltaban dientes, que se los soltó una pedrada. En mi caso, el motivo es menos honorable. Me admira el vecino Esteban no ya por lo ingenioso y su buen humor sino porque no tiene bigote y le faltan unos cuantos dientes y se ríe igual, sin problemas y sin complejos. Reír así es salud. Eso me hace pensar que la máscara no es tan saludable.
Antier noche me quité la máscara, casi la tiro por la ventana, y le escribí unas líneas a Afrodita.

... mi relación real con las mujeres es ultimamente muy torpe. Hay una palabra vulgar fea que a mí no me gusta como a nadie le gusta la palabra fea que lo retrata. Llevo tiempo que me subo por las paredes. Ya me da igual cualquiera...

Sí, y si le digo que soy un pobre desgraciado, ya le doy el DNI completo. Y anoche se me rompieron las gafas. La parte del ojo de la bondad (esto es una referencia a la novela "Jubiabá", padre santo brasileño que decía que tenemos el ojo de maldad y el ojo de bondad. Si cerramos el ojo de bondad, nos volvemos crueles y la crueldad trae desgracias. Y si cerramos el ojo de maldad, nos volvemos idiotas. Y la idiotez es peor que la crueldad. Esto lo añado yo. Creo que Jubiabá estaría de acuerdo. Él lo mismo curaba que hacía hechizos de amarres amorosos. La favela de esa novela me recuerda Barrio Nuevo. Y Santa Pus en otro tiempo, antes de llamarse Santa Pus, era como Río en el tiempo de la novela del brasileño. Macumba. La novela de un negro pendenciero, mujeriego y valiente).

En fin, entre la máscara y la carne está la palabra. Y la palabra es seriedad y es broma. Es todo y es nada. No te amargues. No te pongas esa máscara.

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