martes, 7 de agosto de 2018

Hoy vi a Verónica. Me vio ella a mí. Señaló mi cambio de aspecto. Las veces que nos hemos visto, yo tenía una pinta diferente. Ahora estoy buscando el look apropiado, le dije. Sí, está muy guapo, me dijo. Ay, cuando una mujer me dice que estoy guapo. Lo comprendo en mi vecina de más arriba, pero en Verónica, mezcla de romana y londinense. Yo estaba con Marcelino abandonando la mesa de un sitio donde el camarero me caía mal, y no me hizo nada, y no dejamos propina. El viejo escritor me advirtió que me estaban llamando. Calle peatonal, alegre, con niños danzando cerca de las mesas y ningún raptor. Todos buenas personas. Y Verónica buena perspectiva. Un vestido rojo que le caía de los hombros hasta la rodilla. Su mirada de lapislazuli que habla más que los labios. Sus labios delicadamente perfilados. Pelo suelto negro. Mujer blanca con piel de ébano. Estaba con el novio.

No hay comentarios: