sábado, 4 de agosto de 2018

Tengo una sospecha que no sé si es verdad. Voy a hablar della como si fuese verdad. Jorge Luis Borges descubrió la literatura (como pasión) cuando encontró, a escondidas, revistas sucias, unas pornográficas y otras incitando al crimen y a la crueldad. Vivió todos los personajes. O mejor dicho, todos los personajes fueron Jorge Luis Borges. La biblioteca de libros más eruditos y educadores vino después. En sus lecturas y escrituras aquellos descubrimientos de niño curioso fueron la primera lámpara en el laberinto de los libros. Comprendo su admiración a Carriego, al Martín Fierro y a las Mil y Una Noche. De este cuento de los cuentos, él decía que había germinado y florecido en los albañales, en los barrios bajos.
La sospecha me vino esta noche corrigiendo uno de los cuentos donde injerto uno de Borges con otro de revista de kiosco. La intención fue quitarle todo el lenguaje soez, la tópica coprolalia del género. Hice bien. El relato ha quedado más elevado, y mucho más elegante.
El argumento es sólo parecido al del original del cuento de revista, pero el texto de Borges ha permanecido tal cual. Es el que se titula La secta del Secreto. Si el Secreto se refiere a la literatura, está hablando de la literatura que tiene más baja consideración social. En ella, viene a decir, está el conocimiento. ¿El conocimiento de qué? Dímelo tú, paloma mensajera.

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