viernes, 17 de agosto de 2018

Recuerdo la película El resplandor. El escritor escribiendo folio tras folio siempre la misma frase. Pues a veces todos los libros se convierten en eso. En la misma monótona frase. Da igual que sea de aventura o de filosofía. Y la vida. Y escribir es absurdo. Anoche soñé con Nguyen. Iba a salir del Recinto y me reñía por algo y me decía que esperara. Desperté y el recordatorio de fb era el retrato que le hice. La sentí riñéndome en una realidad cuántica, y la comprendí. El ego de estos día ha sido infame. Pensamiento infame. Sin sentimientos. Ahora sigo sin sentimientos. Y sin pensamiento que no sea la misma monótona frase. El trabajo alivia, dicen. A veces. Ahora no es que me agobie, pero no me dice nada el trabajo o el no trabajo (creo que esto corresponde a un cuadro clínico concreto, pero no sé. No soy psicólogo).

Papeles sueltos de un proyecto con amigos. Le estoy cogiendo manía a los papeles sueltos. Supongo que aquí están mejor guardados. Borradores, ideas, sobre un tema no agradable.

la amante
Aquí dejó su dentadura. Eso es lo único que dejó. Todo lo demás lo tiene ahora su mujer. Y la pensión de viuda. Estará contenta. El diablo la confunda. Mira que me amenazó. Llamadas, wasaps, todo. Insoportable. Que le estaba sacando los cuartos al marido. ¿Qué quería? ¿Que lo tuviese aquí en mi casa de gorra? Le gustaba comer bien al señorito. Y leer versos. Me tenía medio aburrida de leerme versos. Me dejaba a medio camino y luego me retenía en la cama leyéndome versos y versos y versos. Y el cabrón arrancó la hoja de uno de los libros y me lo dejó en el espejo del cuarto de baño. 

Adiós, querida, adiós.
No llores por mí.
Vivir no es nada nuevo
y morir tampoco.

Pues adiós, querido, adiós, pero qué hago yo con tu dentadura. Al contenedor no, eso da mala suerte. Si, se la mandaría por correo postal a tu mujer, que se quede con todo, que no le falte tu odioso postizo dental.
Ya sé. Se la llevaré a la Virgen del barranco. Será lo mejor. Quiero quedarme tranquila.

la mujer del bar
Ayer vino afeitado, Siempre tuvo bigote. No era de esos a los que les dicen ¿y ese bigote? El bigote lo tuvo siempre. Ayer vino afeitado. No sé por qué vinieron esos policías a preguntarme...
--Toma, mi niño, cuidado que está caliente.
Al principio me pareció más guapo. Pero no. Le faltaban dientes. Usaba dentadura postiza, y yo creyendo que era un hombre completo. Vino como era. Sin disfraz. Le puse lo de siempre. Albóndigas. En el barrio nadie hace las albóndigas como yo. Dejó dos euros sobre la barra y se fue. Yo qué voy a saber. Que si tenía querida, me preguntó el policía. Me dijo que un testigo no podía mentir. Le dije que sí. Me dio las gracias, terminó el vino y se fue. 

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