sábado, 20 de julio de 2019

Amiga y lectora:

me dices en la tuya que mi compañía en letras te llena más que mi presencia física. (Menos mal que tengo el alma vacía porque si no me echaba a llorar.) Otras que me conocieron físicamente, a más o menos distancia, me dijeron lo mismo. Recuerdo una judía que me dijo que oírme era distinto a leerme, que no parecía el mismo. Me lo dijo defraudada después de haberse ilusionado con mis letras. (El papel --la pantalla-- aguanta todo lo que le pongan:) Y otra, canaria, por la que perdí la cabeza y ella por... el personaje de la novela El negro, y creyó que yo era el personaje, y la infame (fue infame) aventura amorosa no duró demasiado (no por lo físico --lo digo en mi descargo-- sino por la cuenta bancaria y que yo no me comportaba como Elías (el negro editorial)). En cambio una mujer de Las Palmas a la que conocía sólo por cartas, le mandé esa novela y me mandó al demonio. También me confundió con el personaje. Esa es mi fortuna y mi desventura. El "retrato de dorian grey" al revés. Mientras mis letras (mi obra) se hace fuerte y rejuvenece, yo el autor estoy cada día menos presentable. Así que no me presentaré, y menos de improviso. Además, el enigma tiene la gracia que no tiene la costumbre.
El retrato lo hice. Lo intenté pero no salió como yo quería. Ni el color ni el ambiente ni la figura humana. Por eso no te reclamé más la tierra.
El sofisma que tenía en mente sobre la presencia física, es que no puedes comparar porque la desconoces. Pero como si la conocieras. Intuición de mujer tal vez. En fin, a falta de masa buenas son la letras. ¿Qué le voy a hacer...?
El invierno todavía no va a llegar mañana. Y ahí a tu lado la prenda tiene buena guarida.
Bueno, buena relectura feminista. Un abrazo (en letras).

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