lunes, 29 de julio de 2019

respuesta a una línea de tu carta

Amiga no vista:E
Mientras llega la cuentista moruna al aposento del rey, y puedo oir y ver por el ojo de la cerradura, te contesto a la tuya, que si quieres enviármela, para contestarla mejor, te dejo aquí dirección postal

Calle El Tanque, 58
(Barrio de La Salud)
S/c de Tenerife
38008

Tu carta tengo que escucharla dos veces más, o leerla, que es mejor, pero por lo pronto me quedé con eso que te dije, que me recordó un cuento de Fonseca y un consejo de Ovidio Nasón, el latino poeta.
En el cuento de Fonseca a un individuo le dio por observar lo que cagaba todas las mañanas. Llegó a conclusiones extraordinarias en sus lecturas de la mierda, acerca del significado del mundo y el sentido de la vida, hasta que descubrió que la cagada también tenía poderes nigrománticos. Gracias a esos poderes conoció a la mujer que le convenía. Se juntaron y todas las mañanas cagaban juntos y leían los vaticinios. Fueron muy felices, aunque no veo yo a Fonseca diciendo esa tontería de fueron muy felices.
El otro es Ovidio. En su libro El arte de desamar (antes había escrito El arte de amar) dice que él no lo aconseja porque no es digno proceder, pero si el que quiere desamar se arma de valor, la mejor manera de lograrlo es mirar por el ojo de la cerradura cuando la amada va al retrete. Como ves, dos casos antagónicos. En Fonseca la mierda es amor. En Ovidio, realidad que borra toda belleza.
Hoy, curiosamente, mi hermana me contó que mi sobrino nieto dijo, sin derecho a réplica, que todos los animales cagaban, menos los gatos. Los gatos sólo meaban.
Y ya que estamos escatológicos, recuerdo un chiste. Resulta que el Rey mandó a su bufón a cagar sobre la mesa en la casa de Quevedo.
--Mira, Quevedo, me manda el rey a cagar sobre la mesa del comedor y tengo que hacerlo. Es una orden del rey.
Quevedo, hombre de ley y cristiano viejo, invitó a pasar al bufón y que cumpliese la orden del rey. El bufón se subió sobre la mesa, se bajó los pantalones y se acuclilló. Y en esto apareció Quevedo con un arcabuz, encañonándolo.
--Tú caga tranquilo como te ordenó el rey, pero como te mees te mato.
Otro cuento escatológico memorable lo escribió Ignacio Gaspar, tu vecino. Si recibo tu carta en papel, te mando el relato, Yo fui el editor.
Y sobre eso del Libro de los Destinos, te digo que ví a la mujer que me dijo.
En fin, como dice la gente de teatro antes de una función, y en el sentido que ellos lo dicen, mucha mierda,

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