jueves, 25 de julio de 2019

Problemas en esta fuente del ordenador. Seguramente contagio lento de la otra. A ver si muere y ya dejo de escribir aquí. Esto parece un juego de tontos. Como el García-Ramos, nacionalista él, el que criticó que en las exposición aquella de Robayna y Borrego, donde se demostró que hay mujeres (y hombres) a las que sólo les interesan ellas mismas y no el arte (con el arte se limpian el coño, o se lo ensucian) , alegó que no estaba cierta poeta (muy mala y con mucho postín trepa) que en el límite temporal de la exposición sólo tenía 9 años, y si ahora es petulante poeta, mejor no saber cómo era entonces. Este Ramos arrimado al caciquismo anteriormente franquista de las islas, ahora salta recordando a Cubillo. Mierda le den en los besos.

Decidí ir a La Laguna. Avisé a Agustín que iba. Así nos veíamos un rato y hablábamos. Estaba con un poeta, de los que tiran barro a la pared y alguno por casualidad hasta no se cae al suelo. Un pesado y un falso. Poco pude hablar, sólo que en los gremios literarios hay más corrupción que en el político.
No sé si más, pero más idiota sí.
En fin, antes de subir bajé a coger el tranvía. En una lateral de Miraflores, tremendo pollo. Gentío mirando hacia una ventana. Le pregunté a una mujer.
--Él, que le tiró el bolso a la calle y ella que luego le tiró los zapatos.
--Fue porque la pilló con otro hombre --amplía otra la información.
La ventana es de un piso de prostitución, Mejor sigo de largo. Historias no faltan. En el tranvía otra. Otra mujer. Intento quedarme con la sintaxis. De boxeadora. Está que también hubo un desacuerdo sentimental, y le cuenta la historia supongo que a una amiga.
En bajando, en La Laguna, un sujeto habla por el móvil.
--Yo te hago el bien y así me pagas, así me pagas, asi me pagas --disco rayado el hombre.
Reburujados deben de estar los astros.
Más tranquilidad por la noche en Santa Cruz, con Marcelino, hablando de poesía. Un tema como otro cualquiera,

No hay comentarios: