miércoles, 12 de mayo de 2021

en el mundo

Por Ramón me entero de un artículo de Eduardo en que escribe sobre una nueva publicación de Charlín. Dice bien Eduardo: el protagonista de la narrativa de Charlín es Charlín. Charlín en medio de su mundo de hotel, putas y amigos que "le fallaron". Lizundia lo sacó de quicio en un célebre programa de La Puerta. A partir de ahí, me tenía loco con Lizundia. Más pesado que mi cuñado con "¿ya te pusiste la vacuna"? Una vez en el Sur, harto de aguantarle el lizundeo, le pregunté si él era maricón y si estaba enamorado de... Para qué fue eso. Lo saqué de quicio. Viejo refrán el Dime por dónde te enfadas y te diré por dónde cojeas. Bueno, yo me enfado con la matraquilla de mi cuñado. ¿De qué pie cojeo? Debería importarme un pito y sin embargo me jode. ¿Por algo será? Sé por qué, pero eso mejor que lo deje para Vertical Blues. Caigo en que el hermano del narrador (hermano de madre), el hermano tirano, el abusador, el godo arrasador,  es un personaje que le debe rasgos importantes a ese mago. Un ser que te ofrece un arquetipo real, un símbolo universal, es digno de agradecimiento, no de repulsa. El autor que soy se lo agradece. Pero el autor es el hombre hasta cierto punto, y el hombre no agradece que le estén tocando los huevos. Huevos frescos había en casa de mi hermana hoy. De la Orotava. Me acordé de las gallinas de Charco del Pino. La amiga de Valentín recoge huevos que espero que no ponga fotos. Las fotos de taller mecánico, vale, pero fotos de comida que no has de comer, es un poco sádico. Los alimentos son sagrados. Hay que verlos en la realidad. No hacer imágenes de ellos. El Cristianismo se deterioró con su fervor por las imágenes. No tanto las imágenes de animales como las de comidas. El cuadro de la última cena es un buen ejemplo. Hay más. 

En fin, estaba hablando de Charlín. A ver si Ramón pilla la novela y la discutimos. vemos qué hay en ella y si ya sabe cernir la arena y controlar la cantidad de cemento. Eso pienso yo y es lo que le critico, aparte de que haya sido un pesado egocéntrico. Pero tiene razón quien dijo: cultiva lo que te critican porque eso eres tú.

El libro de Belén está al llegar. Yo parezco padrino de ese libro. Hasta tres veces me hizo escribir el prólogo. Y con razón. Sólo a la tercera vez aquello salió con algo de verdad. Y cuatro cuadros me hizo hacer. Si yo supiera pintar flores, me pasaría el día pintando flores. Lo intenté con la rosa azul y con otro, y lo sigo intentando. Al final me salió un cuadrito que tiene su déjame mirar. No está mal. El trabajo tiene su recompensa. Acompaña poemas que me dicen claves de todo lo que hay en los subterráneos de las ciudades y de nosotros; no ocurre todos los días.

*** 

Y que con piojos y mierda de diarrea, sean fritas las lenguas envidiosas (verso de François Villon, poeta que en verdad no sólo supo a que olía el coño de ... y de ... y de ... sino también, más desafortunado, la sombra de una cuerda en su cuello.)  

Soñé con un pescador que tiraba las redes y se enredaba a si mismo. Un hombre de mar pescándose a sí mismo. No me acuerdo de más.

  

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