lunes, 2 de julio de 2018

--Aquí está Jerusalem. ¿No lo ves, Jesús? Ya te enseñé la tumba de Cristo.
--Lo que veo, Nguyen, es que el mundo está dormido. --No añadí: "Prisionero en una pesadilla".
Quizá no lo dije por no nombrar la soga. Ella también está prisionera. Todos estamos prisioneros, unos más que otros.
La trabajadora de las mesitas, chica agradable, amable y atenta, nos trae una botella de agua, de cristal.
--Pero yo soy la luz que va a despertar el mundo.
No, tú eres la que estás crucificada en la cruz oscura del mundo. Y yo sólo soy uno que merodea, que vuela en el vacío de la botella y cae en el líquido. Y no es transparente ni contiene agua clara esta botella, este mundo. Yo tengo una triste ventaja sobre ti. He visto caer todos los castillos de naipes, esfumarse en nada todos los espejismos. He visto al santo, al poeta y al soldado perder el rumbo.

Cuando regresé a casa vi dos tórtolas haciendo piruetas. Nguyen me había dicho que las tórtola eran las anunciadoras de la luz. 
--Y no te olvides que que soy tu majestad.
Bueno, de la luz que me queda en el corazón, vale, majestad. Reina de mi corazón. Verso manido pero no incierto. Mi alma no tiene reino ni reina, y mi cuerpo tampoco tiene señor ni señora, y yo lo cuido lo que puedo, pero a veces me pide más; Chito, o espabilas, o te vas de vareta.
Sí, espabilar con el cuerpo y con el trabajo que me exige el alma, para no perderme definitivamente. ¿El alma? ¿Qué será eso?

"A ver si nos dejamos ya de romanticismos y empezamos el cachondeo", señaló en fb una amiga visual.

Quiere recuperar el fb y establecer una línea... Bueno, más no puedo decir.
Me preguntó por la novela. Le dije que tomando forma pero no entré en detalles. Ahora, mientras al otro lado de la ventana sube y baja la mujer violeta, veo parecidos entre su historia y la historia de Dos moscas enemigas. Esa semejanza en la novela es imaginación; en su caso, es real.
Esto es lo que tengo que pensar. Restaurar el espejismo. Es justo y necesario.

Oí leí en un una entrevista a un poeta, hablando de poesía, de narrativa y de pintura, y sí, muy ilustrado, pero ¿de qué estaba hablando ese hombre?
También esto tiene cierta relación con la novela. A la novela le hace falta una diatriba literaria, un gran crítico --un personaje que ya está bien fabricado-- hablando tonterías.

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