lunes, 9 de julio de 2018

--Vives como una rey, la cerveza, la croqueta, ... --Luis en el bar de Ibrahim, hablando con la mujer lagarto y se me acerca a la oreja a decirme que vivo como un rey. Vivo como Teseo, en un laberinto de piedras negras, con Ariadna no tirándome un hilo sino dentro también, esperando que en cualquier momento de una esquina aparezca el minotauro y nos machaque definitivamente.
--¿Te cuento mi procesión por dentro para que no me estés tocando los huevos?
Antes me había pedido libros de pintura que un día llevó a mi casa y dijo "toma, deja esto por aquí". Y tuneé algunos, y se lo dije. "Pero son mis libros", dijo.
No me dijo que eran prestados. Yo no se los pedí. ¿Quería hacer sitio en su casa y que yo le guardase los libros? Muy bien, no problema, pero eso se dice.
Ahora tengo que buscarlos, los que han quedado sanos. En fin, todo tiene una contrapartida. Me quito bultos de encima. Pero que no entre más en mi casa. Entra por mi casa como Pedro y nunca me ha dicho de entrar yo en la suya. Desequilibrio existencial.
Me prestó la escalera el otro día para coger unas papayas, dijo que la guardara yo, y antier me la pidió. Sin necesidad. No soy bobo. Y ahora los libros.


Por otros motivos, en que el infame fui yo, recuerdo la Montaña Roja, en El Medano, ahora con peces muertos en su aguas. En una cueva de Montaña Roja me refugié con la primera mujer que conocí. Ella tenía quince años y se había escapado de casa. Yo tenía 19 y no me había escapado. Estuvimos varios días. Hasta que se acabó el condumio. Cuando volvimos la acompañé hasta cerca de su casa. Sus padres la recluyeron en un colegio de monjas en Las Palmas. Cuando la volví a ver, un año después, me contó que la Policía la había interrogado, quién fue el hombre con el que estuvo. No lo dijo. Quería que siguiéramos juntos. Yo estaba entonces con otra mujer. No pudo ser.

A veces vienen esto y peores recuerdos, de mis delitos o errores en esta vida. No es agradable pero he aprendido a vivir con los agujeros negros. El malestar físico es peor. Ayer estaba citado con ella a media mañana y no pude bajar. Me dolían las articulaciones y el cuerpo temblaba de fiebre.

Espero no recaer. Me he acostumbrado a estar solo. Pero estar malito y sin nadie que haga un taza de agua, tampoco es agradable. Dios nos ayude. Y a esos niños en Tahilandia. Etc.


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