viernes, 20 de julio de 2018

--Hoy te voy a poner un ron cobijón, Jesús.
Lo que me faltaba.
Hoy fui al ensayo. Lo más que me agradó es que hasta septiembre no reanudamos los ensayos. La directora me dijo que la dicción bien, pero los gestos tenían que ser de caballero inglés, no de elemento barriada. Joder, me jodió. Sentí el golpe. Le miré el culo. Le bombeaban las nalgas. Nunca vi nada parecido. Esto no se lo dije. Sí le dije que no se daba cuenta de la bomba sexual que hay en esa obra. Sí, inglés, pero inglés también es el Destripador y los muchachos de La naranja mecánica. Sólo que en la obra de Ionescu, el barril de pólvora no tiene encendida la mecha, sino hasta el penúltimo acto, que debería ser una explosión de violencia. En fin, me pongo lo más inglés correcto que puedo y le hago caso. El miércoles de nuevo la veré en el Club de Lectura. Después hacemos cena de despedida. No sé si habrá comunicación. Yo prefiero a otra. Pero la otra es mujer casada. Cuestión de respeto. La directora no está comprometida, que yo sepa, pero tampoco hay que faltarle el respeto, aunque a veces sospecho que le atraigo por lo salvaje, como ella me atrae a mí por lo civilizada que es.
Doña Violeta, vecina de mi calle, de más arriba, que suele sentarse al fresco frente a su casa, me atrae por lo salvaje. Es una mujer salvaje. Me senté el otro día un rato y lo supe. Hoy cuando volví al barrio, no estaba a la vista.
La escalinata de Ibrahim hoy por la tarde noche parecía una jauría de lobos viendo crecer la luna del eclipse. Yo me fui a la barra.
Y le pedí medio.

No hay comentarios: