viernes, 6 de julio de 2018

El viaje con Marcelino al Norte de la isla tuvo señales que Ernesto Sábato hubiese apuntado en su cuaderno. (El túnel es una obra clave en mi amigo.)

1. La escultura desposeída de cabeza en la plaza del ayuntamiento (Icod de los Vinos). Habíamos subido a Icod, procedentes de Garachico, con la intención de ver el cuadro, retrato, del Siervito de Dios, hombre relacionado con la monja de La Laguna y con el corsario Amaro Pargo. La iglesia estaba cerrada. Vimos la escultura. Dedicada a una triste mutilación. Ahora añadía otra mutilación. La cabeza. La cabeza se la quitaron artistas anónimos. En una acción contraria al artista principal.

Mi memoria no puede evitar un salto al pasado. Cuando en los años setenta, independentistas canarios guillotinaron también el busto de un conquistador, en una plaza de La Esperanza. En ese tiempo un escritor bastante bueno (Borges), hoy olvidado, celebró en su columna de El Día el descabezamiento del godo. Casos distintos. En el de aquel tiempo, reivindicación política. En el de ahora, simple desbarre de borrachos, seguramente.

2. En el escaparate de una tienda, en la calle principal de Icod, un proverbio: "Lamentaba andar descalzo hasta que vi a uno que no tenía pies".

3. Para completar mutilaciones, recordé, yendo por Tacoronte, cuando pusieron en grande una copia del cuadro La pianista, de Oscar Domínguez.

*
--Jesús, estás fuerte --me dijo ella--. Gracias a mí. Verme te da fuerza.
No lo dudo.
Nos despedimos en la parada del tranvía. Iba a comprar pescado al Hiperdino. Su zona. No quise adentrarme en su zona.
Habíamos estado con Anghel en la plaza El Príncipe. Anghel está preparando la edición de su dicionario.
Ella dijo que quería exponer los cuadros que ha pintado en estos tiempos. Lugares de Santa Cruz, ciudad a la que da un significado desconocido hasta el momento. Él le propuso que hablara con la MAC. La acompañé. Muy amable la mujer que nos atendió. Dificultades mínimas. Yo veo mejor sala Los Lavaderos, pero no dije nada. La burocracia para pedirla es un engorro. Quizá para ella no tanto. Ya expuso en esta sala cuadros de los que he hablado aquí hace algún tiempo, en un acercamiento a su pintura, que dejé pendiente cuando comencé a ver también el valor de su obra literaria. Una obra que comienza con una niña a quien unos forajidos, o soldados enemigos, le cortan la cabeza.

*

Ya en Ibrahim, yo solo, comí un rancho. No sé si fue el rancho, el cuerpo se me puso asqueroso, descompuesto y débil.
Ya estoy mejor.

No hay comentarios: